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miércoles, 5 de noviembre de 2014

La alimentación del cilclista

Para poder movernos diariamente nuestro cuerpo necesita consumir la energía que proveen las grasas, glucosa y los aminoácidos de las proteínas corporales que son fruto de nuestra ingesta de alimentos. 

Teniendo lo anterior en cuenta, de la forma en que pedaleamos (tiempo, intensidad, tipo de ruta) dependerá cuanta energía gastemos y por ello, nuestra alimentación.


Mientras mayor sea la intensidad del ejercicio realizado, mayor  será la cantidad de glucosa consumida, una vez que ésta se agota, el cuerpo continúa su marcha consumiendo el glucógeno que tenemos almacenado en los músculos e hígado y cuando éste empieza a escasear recién se empiezan a consumir las grasas y proteínas (residentes en los músculos), mientras tanto, el cansancio y la fatiga se van haciendo presentes e impidiendo que se puede mantener una intensidad alta en el ejercicio. Por este motivo es que muchas de aquellas personas que deciden subir a una bicicleta solo para “bajar de peso” jamás logran  su cometido, ya que se agotan antes de poder consumir las grasas y solo queman glucosa, la cual si no se sigue una dieta adecuada, se recupera  al comer prácticamente cualquier cosa.

Es evidente los que se dedican al ciclismo como disciplina deportiva, sí bajan de peso y generan músculos debido a que dedican gran parte de su día a practicar deporte. Pero la idea de este artículo no es que bajen de peso ni que tengan un físico envidiable.

Por lo anterior es que, pensando en que  puedan mantener un buen ritmo  en sus viaje en bicicleta y evitar que se queden rezagados a mitad de camino siendo víctimas del cansancio, les comentaremos algunas fórmulas que dan resultado sin incrementar el peso.

Alimentación:
Debe de ser variada, completa, equilibrada y saludable. De ahí que recomendamos que los hidratos de carbono constituyan aproximadamente el 55% de su ingesta de calorías totales, las grasas menos del 30% y las proteínas menos del 15%.

Cantidad de alimentos:
La cantidad a consumir de cada alimento dependerá directamente del  de peso de la persona y, en general, a más actividad física (medida por intensidad y duración del ejercicio), será necesaria mayor cantidad de alimentos.

Dieta:
Debe ser rica en hidratos de carbono complejos (Cereales, pastas, frutas y verduras) que además de almidón y fibra contienen las vitaminas (grupo B, fólico) y minerales (Fe, Na, Ca) que intervienen en el metabolismo anaeróbico y proporcionan las calorías necesarias.

Vitaminas:
Es importante consumir alimentos que contengan Vitamina  D (lácteos, pescado),  ácido fólico (cereales, legumbres, verduras); vit. C ( piña, limón, kiwi, cítricos, frutillas,  tomates, pimientos, repollos, papas); vit. E (aceites vegetales, semillas vegetales, cereales, germen de trigo, yema de huevo, legumbres, maní, palta).

Minerales: 
Debemos ingerir alimentos que sean fuente de Minerales importantes como Calcio (brócoli, naranja,  salmón, choclo (maíz),  nueces, cereales, legumbres, verduras), hierro (carnes, almejas, cereales, legumbres), Selenio (nueces, mariscos, cereales, langosta) y Cinc (ostras, carne, queso, cereales).

Hidratación:
Para reponer las pérdidas de líquidos por transpiración, los deportistas toman bebidas con sales minerales e hidratos de carbono (gatorade, powerade, etc). Para el caso del ciclismo como transporte diario con agua bastará.

Dos horas Antes de la salida:
Se recomienda el consumo de bebidas o alimentos ricos en hidratos de carbono (cereales, pastas, frutas y verduras)  y  bajos en grasa, evitando los fritos y los  alimentos flatulentos (legumbres, coles, etc) para no llenarse de gases y hacer del pedaleo algo incómodo.

martes, 25 de mayo de 2010

Ruta: La Oroya - Ticlio - Lima Fecha: 23.05.10

Ruta: La Oroya - Ticlio - Lima


Fecha: 23.05.10

La Oroya se encuentra a 3750 msnm
Morococha 4500 msnm
Ticlio 4818 msnm
Tomamos el bus en la madrugada del domingo a la 1.30 am.
Llegamos a las 6.30am a la Oroya, alistamos nuestras cletas y hicimos algo de cicloturismo por los alrededores.
Participaron:
Jorge, Julio, Christian, Dubert, Armando (yo).
Jorge, se sintió mal por la altura y lo embarcamos en un bus a Lima.
Julio, tuvo problemas de pinchadura, pero pudo completar la ruta al igual que los demás sin problemas en el recorrido.
Tomamos desayuno en San Miguel eso esta pasando Curipata a la salida de la Oroya.
Unos almorzamos en Ticlio y otros en San Mateo, lugar donde nos encontramos con Arturo, quien había echo la ruta Lima - San Mateo.
Hacia mucho frió pero es preferible a las lluvias.
A ver si mas adelante hacemos esta ruta desde Tarma.




Fotos en Facebook

Video Parte Nº 1

Video Parte Nº 2
Saludos,

Armando Morante

990481481

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Excursión a Canta el 7/7/7 en los inicios de INKARIDERS

Era el domingo 8 de julio de 2007 a las 4:30 a.m., Me disponía a salir de casa para ir al punto que el que nos reuniríamos para dirigirnos a la empresa de buses que nos llevaría a la localidad de Canta,pero al abrir la puerta para salir, me dí con la gratísima sorpresa que, siendo aun de noche, 9 integrantes de lo que luego sería INKARIDERS ya me esperaban, con sus bicicletas,en el patio de entrada al edificio en el que vivo, Mientras descendía por las escaleras con la bicicleta a cuestas, me percaté que la llanta posterior se había desinflado durante la noche; maldije al tío que, en la galería de la Av. Emancipación, había enderezado el aro de mi máquina. Fui empujando la bici hasta el grifo más cercano (3 cuadras) mientras los demás integrantes del grupo me acompañaban. Felizmente no se trató de un pinchazo, sino que la válvula (modelo "presta") cuta tapa metálica no había sido ajustada debidamente; pensé otra vez en el tío y una sonrisa se dibujó en mi rostro.

Empezamos a pedalear por la avenida Salaverry, nos dirigíamos a una estación de servicio que se encuentra en la cuadra 3 de la Av. Arenales, ahí nos encontraríamos con tres participantes, sin embargo, llegamos a la hora exacta y no había nadie, por lo que nos dirigimos a la cuadra uno de la Av. Arequipa (una paralela de la anterior) ya que ahí nos íbamos a reunir originalmente (después se acordó que sería en el grifo de Arenales), pero nadie llegó.

Fue entonces que salimos con rumbo al paradero, eran ya casi las 5 a.m. y el bus saldría a las 5:30, luego de transitar por las oscuras y desiertas calles y avenidas limeñas, llegamos a la empresa de transportes "Mi Chaperito", con la que habíamos hecho las coordinaciones pertinentes, cabe señalar que pese a haber llegado a la hora acordada, nadie estuvo ahí para recibirnos ni atendernos, las puertas se encontraban cerradas y el timbre no funcionaba.Creo que fue Raffo el que retrocedió una cuadra, hasta la empresa "Santa Rosita de Lima" y consiguió el transporte, ya no por 12 sino por 10 soles; izamos nusestras bicicletas al techo del transporte y luego lo abordamos. Estando ya a punto de partir, recibí una llamada en mi teléfono celular, eran los dos nuevos integrantes del grupo, se excusaban por no haber estado a la hora acordada y preguntaron por nuestra ubicación, les respondí que ya estabamos embarcados y a punto de partir, respondieron que de igual modo irían a Canta y que allá nos encontraríamos. El bus partió casi a las 5:40 a.m. , y tras varias paradas para recoger y dejar pasajeros,llegamos a Canta a aproximadamente las 8:10 a.m. bajamos nuestras biclas del techo del vehículo y, luego de una breve visita al mercado, nos dirigimos al terminal de la empresa "Mi Chaperito" para indicares que en el omnibus de su empresa que venía subiendo desde Lima, se encontraban a bordo unos ciclistas y solicitarles que, por favor, les indicaran que ECO URBAN BIKERS (aun no se había forjado el nombre actual del grupo)  había subido hacia el restaurante "Santa Catalina" y que fueran a nuestro encuentro; Estábamos pidiendo los desayunos cuando los susodichos llegaron.

Los desayunos fueron algo "radiacales", en lo personal me pedí un café, dos panes y un saltado de trucha que (que estuvo realmente buenazo), otros pidieron "Bistec a lo Pobre" (dizque porque andaban misios) "Lomo al Jugo" y otras exquisiteces más que no alcancé a determinar), acabados de desayunar nos dirigimos, en vertiginoso descenso, al poblado de Obrajillo y desde ahí, tomando un tortuoso, polvoriento y accidentando camino rural hemos llegado hasta la carretera que llega a Canta y que por tanto conduce a Lima.
En total fueron 137 Km de bellísimos paisajes y pura adrenalina, tuvimos un pequeño percance con lesión en una mano, (hacemos votos porque no sea nada de consideración), salvo ese inconveniente la ruta se hizo de manera muy agradable, pese a que en una crónica anterior relato que, hay fuertes subidas en esa bajada, debo aclarar que probablemente esta percepción tuvo su origen en que en aquella memorable ocasión, Tony y yo, hubimos de regresar cerca de 5 Km hacia arriba y por encima de los 2000 m.s.n.m. para reagruparnos con la otra parte del grupo (uno de los integrantes había sufrido la pinchadura de una llanta).

En esta ocasión las subidas que existen en esa bajada fueron casi imperceptibles y considero que esto ha sido debido a ahora nos encontramos con mejor estado físico y mucho mejor máquina que en aquella oportunidad. Debo señalar que la emoción se pudo sentir mucho más (ya la emoción casi se convertía en temor) hacia el final de la ruta, ya que hemos pasdo por los seguros y distinguidos barrios de "Carabayllo", "Independencia", "Piñonate", y hasta por Caquetá; en este tramo hemos podido apreciar, muy de cerca, parte de la riquísima fauna de la ciudad de Lima, choferes de combi (de esos a los que hay que mentarles la madre para educarlos), choferes de Tico que no tienen la más remota idea de para qué tienen luces direccionales sus vehículos, borrachines y hasta pastrulos y "drogos" de toda calidad y estirpe.
Fuera de bromas y obviando el comentario anterior (que es cierto) el viaje fué muy divertido aunque intenso por el ejercicio realizado, ya que regresar desde Canta no es solamente hacer una bajada, debido a que, por las velocidades que alcanzas (hasta 60 Km/h),los vehículos motorizados que suben y bajan por la misma carretera y el estado de conservación de la carretera, requieres de mucha técnica concentración y esfuerzo para el control de tu máquina , adicionalmente es una bajada que tiene muchas cuestas en su trayecto con el pequeño añadido que las pedaleas por arriba de los 1000 msnm.
Pasamos por la ermita de Santa Rosa,en la localidad de Quives algunos dejaron sus mensajes en el pozo de los deseos, otros quisimos dejar nuestros celulares (para una comunicación más fluida) pero por no haber llevado los cargadores nos persuadieron de no hacerlo. La visita fue relámpago.


De ahí en adelante la travesía se hizo sin mayores contratiempos.

Saludos Ciclísticos


Archimede Pitagórico

martes, 8 de diciembre de 2009

Huacho 6 de Diciembre 2009

Ahora que estoy en mi casa, descansando tranquilo, pienso que fue un poco irresponsable de mi parte ir sospechando que tenía una infección estomacal.




Físicamente me sentí bien hasta Chancay; pero después de ingerir un par de mandarinas (¡¡qué monse fui!!) todo me fue mal, nada digirió, todo lo rechacé, así como entró, mi cuerpo se debilitó y sólo me quedó apelar a mi amor propio para continuar, con fe en que podía mejorar. Creo que me detenía cada 5 km al lado del camino para... ya se imaginarán para qué. No sólo era eso, lo malo también es que los músculos se resienten y el aliento como que falta: es como sentir un terrible soroche. En plena carretera, a casi 50 km del destino, tenía que sacar mis fuerzas de reserva para seguir pedaleando. Estaba al último y no veía a nadie en la ruta, con tanto retraso que había tenido y al paso en que avanzaba, ya había perdido la esperanza de alcanzar alguien. Felizmente en el km 112 aprox. alcanzo a Raffo, quien ya se sentía algo cansado. Por el km 126 aprox ya dudábamos en llegar, así que estuvimos pensando tomar un bus, incluso yo ya estaba intentando parar uno; pero decidimos continuar pedaleando.



Llegamos a Huacho más o menos hora y media después que los demás. Particularmente llegué hecho trizas, comí algo porque en fin. Sólo deseaba regresar a Lima.



Hoy lunes no fui a chambear, estuve en el hospital para ver qué es lo que tengo exactamente, haciéndome tres exámenes médicos que me recetaron: ecografía abdominal, análisis de heces y hemograma. Parece que este fin de año no ha sido mi mejor momento en cuestiones de salud, je je je; pero a cualquiera nos puede pasar estas cosas. Sentí bronca por llegar a Huacho tan rezagado, a diferencia de la otra vez que fuimos y llegué bien, pero ayer fue algo que ya no dependía de mi normal condición física; bueno, por lo menos llegué, je je je. Esta vez me tocó pasar las de Caín a mí, ya habrá otra oportunidad para revindicarse.



Felicitaciones a todos por cumplir la ruta y hacerlo en muy buen tiempo. Espero se repita en el verano :-)

Pedriño

Huacho 6 de Diciembre de 2009

Hola amigos, intentare relatar una sinopsis o cronica de la salida de ayer domingo 06 de Diciembre, actividad ciclistica Lima a Huacho con una escala en Huaral.



Participaron: Claudia, Jaime, Panchobolas, Lucxo, Bebecrece, Pedrito, Raffo, Miguel, Ricardo, Fermin, Eloy, Manuel, Kevin y yo. Como toda salida ciclistica a Huacho, estuvo llena de sensaciones plenas, sufrimientos, padecimientos, actos heroicos y muchas anecdotas.


Nos reunimos un numeroso grupo de doce ciclistas en el cruce de la Panamericana Norte y Universitaria y a las 7:00am partimos rumbo al Peaje de la Variante de Pasamayo, donde empezamos a llegar antes de las 8:00am y en este lugar ya estaban esperando, Raffo y Miguel que se habian adelantado subiendo por la ruta de Ventanilla. Aqui esperamos un rato a que se juntara nuevamente todo el grupo, se hicieron las compras necesarias a los que les faltaba algo de liquido o barras energeticas.


De este numeroso grupo, nueve iban hasta Huacho y cinco se quedaban en Huaral (Claudia, Eloy, Manuel, Kevin y Miguel), quienes ya nos comentaran como les fue en su travesia y retorno a Lima.


La trepada de la Variante siempre es un reto, una dura subida de un poco mas de 6 kms. marca el inicio del paso al otro lado del cerro. Rapidamente se forma un extenso rosario de ciclistas, quienes poco a poco van trepando los inacabables kilometros, para luego tomar un descenso de unos cinco kilometros y rematar con una ultima y mas dura subida de mas de 3 kms. Finalmente se toma un largo descenso de unos 7 u 8 kms hasta el cruce con el desvio a Huaral en donde se quedaban nuestros compañeros que hacian escala en Huaral. Los demas continuamos rumbo a Chancay, donde unos kilometros antes (km.75) nos reuniriamos nuevamente, en el puesto de una amable señora frutera, que nos atendio muy cortesmente.

A las 10:15am partimos el grupo de nueve ciclistas con destino final en Huacho, rapidamente se formo un grupo delantero conformado por los ciclistas ruteros que empezamos a poner un ritmo bastante regular. Todo iba bien hasta el cruce de Rio Seco en donde Bebecrece, Jaime y Lucxo empezaron a imponer sus dotes de trepadores y el grupo se desarmo, pero continuamos, cada uno con su lucha personal y sufrida, por llegar cuanto antes a nuestro destino.

El camino estaba un tanto ventoso y arrastraba las arenas del desierto hacia la pista y los vehiculos cuando pasaban, levantaban las arenas y nos caia en la cara, ocasionandonos algunas molestias. El sol aparecio y nos acompaño casi todo el camino, haciendo estragos en el fisico de algunos de los ciclistas que llegaron acalambrados. Llegamos al Peaje de Huacho, eramos siete, faltaban dos, se hicieron los contactos telefonicos y nos enteramos que Pedrito habia tenido serios problemas estomacales y estaba deshidratado por lo que venia lentamente acompañado de Raffo.

Finalmente todos nos reunimos en un restaurant de la Plaza Principal de Huacho, donde almorzamos y nos dispusimos a retornar a Lima. Fuimos al Terminal Terrestre, donde no habia vehiculos disponibles... despues de una espera de algo mas de una hora, logramos embarcarnos siete ciclistas. Jaime y Andy, habian ido a la Oficina de ZBuss para embarcarse directamente. Despues de un poco mas de tres horas estabamos nuevamente en Lima.

De mi parte, debo manifestar que esta ruta me parece un excelente entrenamiento, me hace sentir muy bien, aunque mi cuerpo quedo bastante adolorido y acalambrado, lo disfrute mucho, me diverti bastante y la pase muy bien en esta ruta acompañado de mis amigos de InkaRiders.

Felicitaciones a todos los participantes, lo hicieron muy bien, se han esforzado mucho, me imagino que la mayoria estara aun adoloridos como yo. Mencion aparte merece Pedrito, quien a pesar de los padecimientos y deshidratacion que sufria, puso todo su empeño y pundonor para culminar con el objetivo: Huacho. Y a Raffo por ese espiritu solidario que mostro en toda la ruta.

Espero tener otros momentos tan agradables como el disfrutado este domingo en la salida a Huacho. Saludos a todos.


Jorge V.

PD. Esperamos los comentarios de los que fueron hasta Huaral y tambien, los comentarios de los que particpamos en la llegada a Huacho.

viernes, 16 de octubre de 2009

Descolgada desde Canta (24/03/2002)

Dormía plácidamente eran las 5 y 15 minutos de la mañana cuando sonó mi reloj despertador, era hora de levantarse y aunque aun estaba de noche debía llamar a Tony para despertarlo y decirle que a debía venir a mi casa, pues a las 7.00 de la mañana luego de reunirnos con Miguel, Lucho y Christian estaríamos embarcándonos rumbo a Canta.


Tony arribó a mi casa a eso de las 6. 30 de la mañana, subí mi bicicleta al taxi en el que él llegó. Fuimos algo incómodos, ya que se trataba de una camioneta "station wagon" en la que apenas entraban las bicis en el área que incluye al asiento posterior, por lo que los dos tuvimos que ir adelante.

El conductor intentó ir hacia el terminal por la ruta que cruza el centro de Lima, no pudo ser, ya que debido a la venida de George Bush (Presidente USA) muchas calles estaban cerradas, por lo que el conductor optó por cambiar de camino.

Cuando ya estábamos en la UNI (Universidad Nacional de Ingeniería) en la avenida Túpac Amaru, vimos a tres ciclistas que avanzaban por la pista auxiliar del lado derecho eran Miguel, su hermano Lucho y Christian que ya estaban cerca del terminal.

Desembarcamos en la empresa de transportes "Mi Chaperito" y no bien hubieron pasado unos cinco minutos, nos dieron el alcance los tres ya mencionados personajes.

Luego de los saludos de rigor, compramos los pasajes y abordamos el bus que habría de partir a las 7 de la mañana el pasaje costó 8 soles per cápita más dos soles por "flete", concepto éste último, cuya razón no llegamos a comprender.

Bueno, izamos las bicicletas al techo del vehículo y luego abordamos para empezar el ascenso a Canta, el bus era estrecho, al parecer tenía demasiadas filas de asientos, ya que no había posibilidad de sentarse adecuadamente, no obstante, ya estábamos en camino.

El ascenso fue lento y tedioso, sin contar con los "intermedios" que subían en el camino, no hubo mayor conversación, más bien todos hemos dormitado algunos momentos.

Desperté pasando Santa Rosa de Quives, y noté que habían puesto a funcionar el equipo de música del bus, una melodía "Tropical/Andina" se dejaba escuchar alegremente por los parlantes del vehículo.

Al mirar por la ventana pude observar el verdor de las montañas, parecía que estuviéramos ingresando al valle de Chanchamayo, los cerros completamente cubiertos de vegetación, la neblina que se posaba sobre sus laderas, el aire frío y seco de la sierra nos anunciaron que estábamos llegando a Canta.

Eran aproximadamente las 9.30 de la mañana cuando llegamos a nuestro destino, habíamos subido durante dos horas y media hasta alcanzar los 2720 m.s.n.m. Descargamos las bicicletas y me puse a observar el panorama, intentaba recordar en qué esquina fue que vi, hace algún tiempo, a una vendedora de humitas, recuerdo el grato aroma que despedían (¡las humitas!) Y el dulce sabor que tenían, logré precisar la esquina, pero la señora no estaba, por lo que no pude conseguir lo que había pensado comer.

Empezamos a conversar acerca de lo que nos esperaba y nos dispusimos a desayunar en un restaurante de la avenida principal. Algunos pidieron pan "Canteño" con queso fresco de la zona y mate de coca, otros pedimos la misma bebida pero con tamales y panes también de Canta.

Por ser fines de la temporada de lluvia en la Sierra (temporada a la que ellos llaman "Invierno"), las montañas se encontraban completamente vestidas de verde, eso nos hizo recapacitar en el hecho que, las mejores temporadas para hacer "Cross Country" son precisamente estas, las que se dan inmediatamente después de las temporadas de lluvias.

La mañana estaba algo húmeda y nublada, todo era verdor, donde se posaran las miradas en las faldas y hasta en la cúspide de los cerros, había profusa vegetación, se respiraba un ambiente pueblerino, se oía a lo lejos el rebuzno de los burros y el mugir de las vacas. Era casi una ilusión.

Una vez que hubimos terminado de desayunar, emprendimos la ascensión hacia la Plaza de Armas de la Localidad, ésta se encuentra en la parte más alta de la ciudad, en un primer momento consideré que esta subida sería extenuante ya que nos encontrábamos por encima de los 2700 m.s.n.m. sin embargo, quizá fuera la motivación, o tal vez el aire menos contaminado, pero la pedaleada por la cuesta se hizo muy agradable ya que, pese a la aguda pendiente, fue placentera por el frío y vigorizante por el aire de montaña que se respira en esa zona.

Ya en la Plaza hicimos algunas fotografías y hasta pude escuchar parte del sermón que el sacerdote daba en la Catedral del pueblo, hablaba del sufrimiento de Cristo, y narraba de manera vívida, "con pelos y señales" los pormenores del martirio, predicaba acerca de del crujir de los huesos y hasta del dolor en los músculos y tendones del Nazareno mientras era crucificado, entendí que era parte de la esencia vernacular de los lugareños.

Luego de las fotos emprendimos el descenso hacia Obrajillo por un camino rural algo estrecho, senda por la que discurren personas, animales y vehículos. Por ser temporada de lluvias la ruta se encontraba en un estado tal que cualquier automovilista lo habría calificado de pésima, pero para nosotros, que estábamos con bicicletas de montaña, no podía encontrarse mejor.

El camino empieza con una fuerte inclinación en curva a la derecha por un terreno cambiante entre tierra húmeda, fangales, charcos y hasta riachuelos que lo cruzan en todos los sentidos.

La sensación vivida es realmente abrumadora, la tensión por mantener la estabilidad, el curso de la bicicleta, el ritmo de pedaleo y la parte del camino por la que habrían de discurrir nuestros vehículos hacían sumamente agradable a la par que complicado el esfuerzo, tuvimos que cruzar algunos charcos en los que al pedalear, los pies se sumergían en el agua.

Continuamos descendiendo raudamente, tomé el lado izquierdo del camino porque en el derecho había un fangal, en la senda que elegí discurría un hilillo apenas perceptible de agua, seguí avanzando y de pronto me ví pedaleando ¡en un riachuelo!, No me quedó más remedio que encaramar la rueda delantera de la bici sobre el camino, impulsar la bici con los pedales, y continuar por la zona barrosa; fue así como llegamos a la localidad de Obrajillo, lugar que otrora se dedicara a los obrajes textiles.

El pueblo era un caserío típicamente serrano que ha pasado a ser una suerte de engendro híbrido entre un "progreso" incipiente con fuerte influencia costeña y un poblado netamente andino del siglo XIX, donde antes solamente se veían antiguas casonas de barro y rojas tejas que aún se conservan, se han abierto paso "modernas" construcciones de ladrillo y fierro, baste decir que para visitar una de las caídas de agua que hay en el poblado, es necesario abonar un Nuevo Sol por persona al guardián del predio; la gracia de ese torrente radica en que aparecía al empezar una telenovela nacional.

Sin embargo, existe otra cascada, es aun más bella que la primera y su visita es completamente gratuita, se encuentra situada (para aquel que quiera visitarla), volteando a la izquierda luego de cruzar el puente que se encuentra después del vetusto cementerio, el camino se puede recorrer en un vehículo alto, no es recomendable para aquellos que tienen aros pequeños. La cascada no se encuentra a mucha distancia del puente, por lo que se puede visitar tras una breve pero vigorizante caminata. Pasamos por allí con las bicicletas y nos detuvimos a contemplar su majestuosa belleza, parecía una de esas cascadas típicas de los jardines japoneses, con el exótico añadido de ser ésta una obra maestra de la naturaleza.

El agua discurría violentamente por entre las rocas, nos detuvimos a contemplar extasiados la belleza del espectáculo que se nos mostraba.

El paisaje parecía escapado de una pintura, la paz que puede representar el agua serena de una laguna, no existía allí, se percibía claramente la fuerza, la energía, velocidad y esa instantánea sensación de lo rápido que discurre el tiempo, y con él la vida.

En este paraje tuvimos la suerte de encontrarnos con una pareja de Japoneses que habían llegado al lugar en una camioneta de doble tracción, fueron ellos los que tuvieron la gentileza de fotografiarnos ahí.

Continuamos descendiendo por la "carretera" el terreno estaba húmedo y el cielo amenazaba con desplomarse en lluvia, algunas gotas cayeron sobre nosotros, felizmente los hados nos acompañaron y tras una breve indecisión celestial decidieron reservar el aguacero para otra ocasión.

Seguimos bajando hasta llegar a un punto en el que el húmedo camino de tierra termina en la intersección con la carretera que sube a Canta, continuamos nuestro descenso por esa pista, si bien es cierto, la tendencia del camino es de bajada, debe destacarse que en éste existen también prolongadas subidas que se pedalean por encima de los 1800 m. s. n. m. lo que hace que el viaje no sea lo que usualmente podría pensarse, es decir, que se trata únicamente de subirse en la bicicleta y dejarse arrastrar por la pendiente.

Las subidas son bastante extensas y con buena cuesta, lo que sumado a la altitud hace que el esfuerzo sea considerable. En una de las conversaciones que tuvimos durante la travesía fue unánime la votación, la ruta más difícil que hemos realizado hasta el momento es Canta- Trapiche (Km. 40 de la carretera hacia Canta), seguida por la ruta Lima - Cieneguilla - Lurín y en último grado de dificultad el descenso Ticlio - Lima, sin significar que éste sea un simple descenso, ya que se pedalea por encima de los 4800 metros sobre el nivel del mar y que también tiene fuertes subidas.

Amigo lector, si después de esto sigue pensando que la descolgada desde Canta es sencilla, lo invito a recorrer en bicicleta la ruta de Cieneguilla y multiplicar el esfuerzo realizado por dos o hasta por tres, para darse una idea aproximada de lo que representa la bajada desde Canta.

Éramos prácticamente los amos de la carretera ya que apenas subían y/o bajaban vehículos, podíamos sentir como la mañana empezaba a calentar, nos deslizábamos raudamente entre los verdes cerros y los precipicios, veíamos las mostacillas que pendían de las laderas de las montañas como si pretendieran alcanzar su lomo y abrigarlas cubriéndolas con su hermoso manto amarillo.

En resumen, el viaje era como para hacerlo eterno, infinito.

En un determinado momento el pelotón se dividió en dos grupos, Tony y yo íbamos adelante, bajábamos a gran velocidad por la carretera, el cruce de los badenes que sirve de torrenteras para el agua que baja en los puquiales era algo espectacular, salíamos de una curva, veíamos que se acercaba un badén y en él un riachuelo atravesaba la carretera, exigíamos más a nuestras bicicletas y al pasar por el agua obteníamos una inenarrable sensación de energía, de potencia, de espectacularidad, era como un rugido de vida.

Anduvimos un buen trecho hasta que nos percatamos que la distancia del resto del equipo era demasiado grande, ya que no los veíamos por ningún lado.

Decidimos detenernos a esperar, mientras lo hacíamos acordamos que para toda futura excursión habremos de llevar silbatos que faciliten la comunicación en la distancia.

Nos detuvimos cerca de un rústico puente que venía de un camino de tierra que estaba en la margen derecha del río, en el lugar habían, lo recuerdo bien, unas plantas que tienen unas esferillas con muchas espinas, esperamos 10, 15, 20 minutos y aun continuábamos sin verlos, no quedaba otro remedio, ante el temor de que hubiese ocurrido algún accidente decidimos que era tiempo de deshacer lo andado en la búsqueda de nuestros compañeros, antes de emprender el ascenso, Tony se percató que muchas de esas espinas se habían incrustado en los neumáticos de su bicicleta, optamos por retirarlas y emprendimos el ascenso.

Estábamos todavía alrededor de los 1900 o tal vez 2000 metros de altura, y anduvimos cuesta arriba por cuatro o tal vez cinco kilómetros hasta que al fin, al virar en una curva pudimos verlos, se le había desinflado una de las llantas de la bicicleta de Christian y habían estado cambiándole la cámara, llegamos precisamente en el momento exacto para terminar la reparación centrando el aro en su lugar y re calibrando el freno posterior del vehículo.

Ibamos a reiniciar el descenso y Tony se percató que ahora el problema era la llanta delantera de su bicla, al parecer una o quizá varias espinas habían llegado hasta la cámara, ya no había más refacciones, así que pidió prestado el inflador que llevaba Miguel y emprendimos nuevamente el descenso.

Sin querer volvimos a separarnos, cada 10 minutos (aproximadamente) Tony debía detenerse a inflar la llanta, pasamos por algunos sembríos de coliflores, su característico olor fue lo primero que percibimos, luego vimos las plantas de color verde-grisáceo.

Continuamos en la ruta hasta que llegamos a Santa Rosa de Quives, cruzamos un puente y vimos la cuesta por la que habíamos de subir para llegar al pueblo (que realmente no pasa de ser una aldehuela) llegué al pie de la subida, me apeé de la bici y empecé a empujarla por la subida, creo que fui el único que hizo esto, ya que los demás la pedalearon.

Alcanzamos la localidad en la que la Santa Limeña pasó parte de su infancia, la casa en la que vivió con sus padres aun se conserva y en prefecto estado, en ella hay una celda en la cual se conservan un pequeño altar y una piedra en la que la Santa se reclinaba a orar, hay también una iglesia en homenaje a la Santa patrona de las Américas y Filipinas.

Nos detuvimos en el restaurante Juan Huayanay, es un personaje que conocí hace algunos años cuando fui por primera vez a Canta, cual no sería mi sorpresa al enterarme que era también amigo de Miguel y Lucho Lipa.

Estuvimos ahí por un buen rato, entramos y pedimos algunas bebidas, estuvimos indecisos entre si almorzar o no, optamos por la segunda opción, ya que aun quedaba bastante camino por recorrer.

Lugo de transcurrida media hora o tal vez cuarenta y cinco minutos, continuamos el descenso, la salida del poblado empieza que una bajada muy pronunciada y curva hacia la derecha para entrar a la carretera, habían tramos de tierra y piedras ya que por esa zona es bastante común que caigan huaycos una vez que pasamos estos parajes, imprimimos mayor velocidad a las bicis, Tony seguía inflando la llanta cada 10 minutos.

Sobre la margen derecha del río empezaba a hacerse notorio que la vegetación en las montañas raleaba, cada vez se veían más claros en las laderas de los cerros.

Se podían ver las chacras en las que se cultivan variedad de alimentos, eran como tapices hechos de todos matices de verde. Se percibía en el aire un agradable olor a albahaca, el que me retrajo de inmediato a mi niñez, recordé vívidamente a mis abuelos, a mis padres y hasta la el gran mesón en el que con tíos y primos comíamos "Spaghetti al pesto", recordé inclusive hasta la música que escuchábamos durante aquellos almuerzos. Recuerdos de una niñez ya ida y aun presente.

Pensando en estas cosas no reparé que ya venía bajando solo, a lo lejos y hacia adelante logré ver a otro ciclista que iba con un polo amarillo y que también iba bajando por la carretera. Me propuse alcanzarlo, por lo que aumenté mi ritmo de pedaleo, lo subí a 95 r.p.m., fue muy lenta la distancia que iba acortando, pero lo iba haciendo, aunque el cansancio era bastante, no paré hasta lograrlo en la entrada al pueblo de Zapán. Resultó ser un heladero que llevaba una caja térmica atada a su bicicleta, compré un helado y me dispuse a esperar al grupo.

Aproximadamente después de diez o quince minutos, llegó Tony, había demorado por el problema de la llanta de su bicicleta, nos sentamos en una banca que estaba en la puerta de una bodega y nos dispusimos a esperar a los demás integrantes del equipo.

Pasó una hora y no llegaban, al cabo de unos quince minutos más llegó Miguel, nos comentó que se había desinflado nuevamente la llanta posterior de la bicicleta de Christian, por lo que continuaron la bajada acompañándolo mientras él empujaba la bicicleta hasta encontrar algún lugar en el que repararan llantas. Es ahí donde los dejó para partir a darnos el encuentro.

Continuamos esperando, la hora pasaba y la noche se acercaba, razón por la cual Tony dejó su bicicleta con nosotros y a bordo de una Combi se fue a encontrarlos.

Transcurridos aproximadamente unos 45 minutos más ya estaban de regreso, habían subido las bicicletas a un ómnibus que habría de llevarnos hasta el terminal en la Av. Habich. Llegamos ahí cuando el sol ya se había ocultado.

Brillante decisión fue la del subir al ómnibus, no solo porque la noche se nos vino encima, sino porque al descender del bus, Tony se dio cuenta que las dos llantas de su bicicleta se habían desinflado, lo que habría significado aun más demora en llegar al terminal.

Como algo anecdótico comentaré que la mayoría de gente que viajaba con nosotros en el ómnibus eran lugareños de Canta y sus zonas aledañas, nos llamó mucho la atención que viniéramos escuchando huaynos Canteños, lo que nos hizo sentir que realmente vivimos la aventura.

Descenso desde Ticlio (10/06/2001)

Domingo 10 de Junio de 2001




¡El viaje ha sido EXCELENTE! Estuvimos a aproximadamente 1° centígrado, ¡alcanzamos hasta 72 km/h!

Eran aproximadamente las 6.00 a.m. cuando salí de casa para esperar a Mario, uno de mis hermanos, anduve pedaleando (para no "congelarme") cerca de 10.00 minutos, al ver que la hora avanzaba y que el susodicho no llegaba, decidí tomar al toro por las astas y fui a buscarlo a su casa; La espera fue breve, cuando escuchó mi silbido me dijo que esperara y, al cabo de unos pocos minutos ya estaba en la calle, enfundado en su buzo azul y con su bicicleta.
Me comentó que no se sentía nada bien, ya que la semana anterior había estado tomando fuertes dosis de antibióticos porque quería sanarse de un fuerte resfriado que podía haber impedido su salida a Ticlio, y que probablemente por ello era el dolor de estómago que tenía.
Llegamos, a la torre Wiese, eran exactamente las 6.30 a.m. y aproximadamente a las 6.35 vimos llegar un grupo de 4 personas, eran Christian, Alan, Bruno y Pablo, se acercaron al lugar en el que nos encontrábamos Mario y yo, nos preguntaron si éramos del grupo que había convocado el Sr. Gustavo Alva y que saldría para Ticlio, respondí que sí y a su vez dije también que yo era Gustavo Alva, y pregunté a cerca de cómo se habían enterado del paseo dado que yo aun no los conocía, me respondió uno de ellos, Christian, me dijo que él es amigo de Miguel Lipa y que éste le había pasado la voz, lo curioso del caso es que Miguel no pudo asistir y que los otros tres personajes se pasaron la voz precisamente la noche anterior a la aventura, justamente por eso entre ellos no se conocían Christian, el amigo de Miguel, conocía a Pablo, éste a Alan y él a Bruno.
Mientras el diálogo anterior se suscitaba, Mario se quejaba de dolor de estómago, esperamos unos 10 minutos más y llegó otro amigo mío, Toni; ya éramos 7 y sugerí empezar la aventura pedaleando hacia Yerbateros, para ese entonces Mario, ya había desistido en acompañarnos; alguien por ahí sugirió (con gran acierto) que mejor fuéramos en taxi hasta la estación y así lo hicimos, detuvimos tres taxis, al momento de embarcarnos y viendo el entusiasmo de la gente, Mario decidió ir y que fuera lo que Dios quisiera; tomamos tres carros (dos camionetas y un tico) y así emprendimos, no muy cómodamente sentados, la ruta hacia el terminal.
La primera camioneta que llegó fue aquella en la que yo viajaba junto con tres de las 7 biclas, y tuve que decirle al taxista que no se fuera hasta que llegaran los demás (¡no sea qué a alguien se le ocurriera cuadrarme!) .
El taxista esperó y esperó y esperó... hasta que al fin llegaron, ¡se había bajado una llanta de uno de los taxis!
Bueno, descargamos las bicicletas e ingresamos al terminal, tras regatear y averiguar la hora de salida de los ómnibuses, subimos a uno que tenía hasta T.V., nos cobró S/. 10.00 por persona y fuimos muy cómodos hasta nuestro objetivo, Ticlio. Ésto fue una mejora sustantiva en el plan original, porque lo que se había pensado era subir en la tolva de algún camión, cosa que, aparte de la incomodidad, el y el frío resultaba a la postre, más costosa.
Tuvimos la suerte que el ómnibus se detuviera en Ñaña para abastecerse de combustible, Mario descendió del vehículo, para su fortuna había una pequeña farmacia y pudo comprar dos "Buscapinas", las que le salvaron el viaje.
Mientras íbamos en ascenso, ya se respiraba un grato ambiente de confraternidad y espíritu de equipo, ésto hacía presagiar lo grato que sería la aventura.
Faltando unos escasos minutos para la llegada a la cima, me acerqué a la cabina del conductor para hacerle recuerdo de nuestro punto de descenso, asintió y dijo que lo tenía presente; una vez que hubimos llegado a Ticlio, el vehículo se detuvo. Los pasajeros miraban, entre extrañados y sorprendidos que siete de los viajeros descendieran en aquel inhóspito paraje; algunos de los primeros bajaron con nosotros, y entre sonrisillas y cuchicheos de aprobación, observaban como nuestras bicicletas eran arriadas mediante una cuerda desde el techo del transporte hasta la carretera.
Una vez descendidos y con nuestro equipamiento completo, el ómnibus continuó su ruta hacia la localidad de Tarma, nosotros nos quedamos en la cumbre, observábamos extasiados nuestro entorno y cada uno, quedamente, almacenaba en los rincones más profundos de su mente la impresionante y abrumadora experiencia de saberse en el punto ferroviario más alto del mundo junto a su bicicleta, la vista impresionante de las lagunas, las ondas que los fuertes y gélidos vientos dibujaban en ellas, la nieve en las laderas y faldas de los cerros, el frío cortante y seco y el sentirse vivir en un paraje tan distinto a todo.
El altímetro que llevamos fue capaz de acompañarnos únicamente hasta los 4000 metros de altura, pasados estos se limitó a indicar "FULL", como un mudo testigo que se niega a señalar lo que no puede creer, siete ciclistas solos, en la puna.
Hicimos algunas fotografías, nos abrigamos, tomamos un frugal desayuno (dos chancays y un mate de Coca) y emprendimos el vertiginoso descenso.
Fue algo espectacular, la mañana estaba soleada aunque corría un fuerte viento gélido que helaba las manos hasta el dolor, lo que hizo más interesante la travesía.
El grupo trabajó muy bien, hubo mucha conciencia de equipo y apoyo de unos a otros
Tuvimos que detenernos antes de cada uno de los túneles más largos para ingresar todos juntos y evitar rezagos que pudieran conducir a algún hecho que lamentar; sin embargo, a pesar de estas precauciones un integrante del grupo sufrió un accidente que, felizmente no tuvo consecuencias mayores, salvo un raspetón en Al pasar por la quebrada de "Río Blanco" que es un corredor angosto por donde apenas discurren como un hilillo plateado y otro blanco la Carretera Central y el río Rimac, pudimos ver las altas cumbres que nos acompañaban como silentes vigilantes de nuestra aventura, tuve una clara sensación de vida, me pregunté entre atónito y perplejo qué cosa hacía ahí, y de lo más profundo de mi ser afloró la respuesta, una sonrisa se dibujó en mi rostro y esa fue la explicación.
Continuamos el descenso procurando imprimir la mayor velocidad posible a nuestros vehículos, esto es algo instintivo, no fue una cuestión concertada sino espontánea, lo que contribuyó a darle más dinamismo y emoción a la aventura.
Ingresamos al pueblo de Chicla, la visita fue relámpago, apenas el tiempo necesario para unas fotografías con un anciano del lugar y su hato de llamas, Toni se hizo pasar por el periodista deportivo "Bruno Cacasa" y estuvo convincente.
Después de pasar San Mateo pasamos también Cacachaqui y luego de un ascenso bastante marcado, llegamos a Matucana, paseamos por el pueblo y hasta pude ver la casa en la que nació mi esposa; nos dirigimos luego a la estación del ferrocarril, en la que estuvimos un buen tiempo, hicimos algunas fotografías, conversamos, comentamos y bromeamos para luego irnos a almorzar, era aproximadamente la 1.30 p.m.
Entramos a un restaurante de esos que están en la carretera y pedimos "Lomo Saltado", en total 7 platos y dos gaseosas de litro; al parecer no había nada preparado, ya que sin exagerar, calculo que demoraron cerca de una hora y treinta minutos en servirnos; estuvo regularón, pero ayudó a seguir con la travesía.
Habiendo almorzado pensamos que el resto del camino, hasta Chosica, sería de menos velocidad, pero el instinto pudo más y nos lanzamos nuevamente en vertiginoso descenso, no sé con precisión cuando alcanzamos los 72 Km/h, pero creo que fue en ese tramo.
Conforme íbamos acercándonos a Chosica tuvimos que reducir el andar más y más, ya que había un tráfico tal que parecía que estábamos ¡ en la Av. Abancay!
Una vez llegados a la plaza principal del distrito, empezamos a buscar un medio de transporte que nos llevara hasta el cine "Orrantia" para ahí dar por terminada la excursión; Fue así que alquilamos una Coaster y por S/. 60 y nos llevó hasta nuestro destino final no sin pasar una última aventura, la camioneta, luego de pasar la localidad de Ñaña, se desvió de la carretera e ingresó por un camino de tierra, luego de algunas cuadras volteó a la derecha y ahí unos malandrines conminaron al conductor a que les diera algún dinero bajo amenaza de romperle las lunas del vehículo con sendas piedras.
Un facineroso intentó abrir la puerta del vehículo, nosotros nos percatamos del hecho y como equipo que éramos ya estabamos todos en alerta y tomando las previsiones necesarias en el caso de tener que recurrir a la fuerza para preservar nuestra integridad y nuestras bicicletas, creo que fue Bruno el que extrajo de su bicicleta la "Espada del Augurio", que no era más que un filudo y agudo puñal de unos 15 a 20cms. de hoja.
No fue necesaria ninguna acción de nuestra parte, al recibir algunas monedas del chofer el malandrín y sus tres compinches se fueron como si nada hubiera ocurrido.
Una vez que llegamos al cine Orrantia, volteamos por la avenida Petit Tohuars y de ahí al Jirón Soledad, lugar donde cancelamos lo pactado al conductor del transporte y descargamos las biclas a las 7 de la noche, fuimos a una bodega a compartir una última gaseosa y de ahí cada uno tomó su rumbo esperando reencontrarnos para el inicio de una próxima aventura.



Gustavo A. Alva Ducato